Diciembre, nos llena de cicatrices. Unas bonitas, otras más feas, aunque dolorosas en el pasado igualmente. No recuerdo la última vez que no sentí medio vaso de desdicha en mi vida, pero a fin de cuentas, ¿cuántos de nosotros no vivimos agonizando?
Ahora hablo más conmigo misma que nunca, me conozco más y sufro de manera diferente.
En los últimos años he pasado por dos rupturas, una, hiriente, sangrante e incurable, de las que te hacen perder el rumbo, (aunque sinceramente, no había ninguno por aquel entonces) inconclusa a niveles extraordinarios y dura como pocas cosas lo fueron en una vida humana. Todos tenemos una ruptura así, en la que la muerte no trabaja, pero te clava la guadaña en el pecho sin miramientos.
¿La otra? La otra fue preciosa, lo cual no significa que no fuera hiriente, sangrante e incurable, pero no alcanza a arrebatarme todo lo bello que hubo en ella.
Daría las gracias a esa persona, por haberme ofrecido una salida digna, pero no fue él, sino yo, quien la eligió. Si le doy las gracias por existir y haber compartido su vida conmigo. GRACIAS.
Ahora,ha vuelto diciembre, y todos lloramos un poquito por los que se fueron, pero los años te hacen intentar llevarlo con mayor energía, no paralizarte, asi que mi humilde consejo para este gris diciembre, es el siguiente; No te paralices, no te quedes tirado en el suelo viendo la vida pasar. Algo bueno está por venir, y si no, quizás tengas que levantarte y buscarlo.
Sigue luchando. Hazlo por ti, hazlo por mí, o por tu persona. Pero sige luchando.
keep going.
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