El desesperado reino del amor.

El sonido grave del piano te evade, comprendes que todo está del revés, que nadie lo entiende y te sientes estúpidamente extraña por ello. Lo mismo ríes que lloras, como si tuvieras una de esas depresiones post parto. Y es que tú ya no quieres llorar, quieres conocerte, desde el más profundo rincón hasta lo más sencillo que haya en ti, es real, estás ahí, todo está ahí, incluso el final. ¿Y qué es el final si no un comienzo? Cuando algo termine significa que otra etapa va a empezar, porque todo sigue y no esperan a nadie. El carrousel de la supervivencia gira alrededor de la tierra sin parar. Los tiempos en los que te ladeabas en la cama y le veías dormido han pasado. Ese tiempo transcurrió y ahora tienes que hacerte a la idea de que estar sola es ser inocente del delito del amor, que sin quererlo realmente has salido disparada del desesperado reino del amor, que te obliga a continuar dando pasos junto a tu propia figura, que te hace fibrilar con cada explosión de lágrimas y de risas. Es el momento perfecto para seguir el camino, pero nunca el de vuelta a casa, ese llevas recorriéndolo demasiado tiempo. Aspirarás a más cuando tú corazón de rienda suelta a las bonitas sensaciones que pretende hacerte sentir, porque aunque creas necesitar las cosas ahora mismo, es solo un juego, porque es el momento perfecto. Él es el olvidado. Eso es lo que tú has conseguido, tú y tu orgullo habéis hecho manitas al mundo exterior, y al armaros de valor has conseguido seguir con tu camino, obteniendo beneficios, y sobretodo gratitud.
Es complicado y extravagante a la vez pensar que te deparará el futuro, pero nadie puede saberlo. Sólo diré una cosa. Quienes están destinados a estar juntos, lo estarán, pase lo que pase.

Cuando crees que alguien depende

de todo lo que tú piensas que está bien,

vuelves a reaccionar, y por una vez, 

recreas en tu mente eso de  si de veras

merece la pena lastimar a la persona que amas

por puro egoismo, por el hecho de tenerle.

Tenerle para siempre.