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miércoles, 8 de diciembre de 2010

Australian song.

Se te pega el acento francés de las canciones y el ritmillo sanguinario con el que te entran ganas de bailar, de zarandearte de un lado a otro con los ojos cerrados y el sol dándote en la piel. Y andar como un borracho bajo la luz brillante. Al son de una guitarra acústica con su guitarrista, y de tres únicos acordes que se repiten haciéndote sonreir como loca entre salto y salto.
Y que de repente se pare la música y tú mires hacia todos lados, como intentando ver a esa persona que se le ha ocurrido parar la música, y te das cuenta de que salta el CD y cae sobre la cola de un gran piano que parece estar susurrando tu nombre. 
No puedes hacer otra cosa que acercarte, acariciarlo con la punta de los dedos deseando que no desaparezca, y tocas un par de teclas, entonando una melodía suave que se escapa como la vida día tras día, y te sientas frente a él, dándole forma a unas notas que parecían sin sentido, improvisando una letra que te sale desde lo más hondo, inhundandote los ojos de suspicacia. Acaricias las teclas, con una sonrisa en las comisuras de la boca que te impide levantar la voz un tercio más, y sacuendiendo la cabeza y respirando hondo en una pequeña pausa, realzas un par de tonos para hacer que el piano vibre y las paredes se retuerzan de placer.
Como tú, si es por decir; la libertad que estás sintiendo te parece imponente, y sin ganas de apaciguarse hasta que te arranquen la inspiración del alma.

2 mindstream:

Mae Taras ronroneó

Cuántas veces habré tocado algo improvisado en el piano y lo habré intentado recordar luego sin éxito...?
y siempre que me olvido era algo precioso

Mayra ronroneó

Me encanta (es la palabra que más digo durante el día), pero de verdad, trasmite algo como "de verdad tiene que estar el piano ahi, ¡lo escucha!", no sé si me explico...