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martes, 11 de mayo de 2010

¿Dónde creés que vas? ¿Quién te parece que soy?

Se sienta en el suelo golpeándolo con los pies, ya ha perdido la cuenta del tiempo, no sabe si lleva días, semanas o meses. Está sumida en una profunda oscuridad, pero después de tanto, su vista se ha empezado a acostumbrar a ella. No hay ventanas, solo se ve una puerta y una camilla justo a la izquierda de esta última. Las paredes al igual que la puerta son de metal, supone que esa sala está construida especialmente para eso y que por mucho que grite, nadie la escuchará. Sus oidos se han agudizado, a veces nota pasos cerca de la puerta y alguna otra, una fina ranura de luz se forma bajo la puerta, donde inmediatamente ve la sombra de unos pies. Pero esa persona nunca abre la puerta. Lleva ropa de deporte y las zapatillas negras le hacen dar pasos inseguros entre la oscuridad. Hay un pequeño apartado en la habitación, tapado a medias con una cortina gris, no se dio cuenta hasta mucho tiempo después de que era una especie de baño.
Arriba, a la derecha, casi a la altura del techo, a veces se enciende un piloto rojo, también con el tiempo se dio cuenta de que era una cámara de video.
La camilla solo tenía una sábana y una manta que tenía más polvo y mugre que tela.
Cuando despertó por primera vez en aquella habitación tuvo un ataque de histeria, golpeó las paredes, la puerta, todo con lo que tropezaba era bastante maltratado por ella. Gritó hasta quedarse sin voz y notó como el cansancio de horas y horas la sumía, más que en el sueño, en la inconsciencia.
Le dolían los ojos de forzarlos para ver, y llevaba las piernas llenas de moratones de los golpes accidentales.
Ese día, cuando aún seguía sentada en el suelo, golpeándolo con los pies alguien abrió el candado que sellaba su única salida, la puerta metálica y un az de luz la deslumbró enormemente.
No conseguía ver si quiera la silueta de la persona que sabía que estaba allí.
Se acurrucó, escondiéndose la cara entre las manos, asustada. Ese alguien la agarró de los brazos y la levantó con suavidad. Ella temblaba, estaba aterrorizada, no solo había alguien allí y estaba tocándola, si no que encima, la ceguera temporal que le había producido la luminosidad, le impedía ver quien era. Ese alguien, que inmediatamente le habló al oido con voz chillona, resultó ser una mujer. Y no solo eso.
-Ya estás a salvo, Marie. Soy policía, ¿vale? Estoy aquí, todo está bien. Voy a sacarte de aquí, ¿Sí? Te lo prometo.
Se le llenaron los ojos de lágrimas y antes de ser capaz de dar dos pasos más, perdió el conocimiento.
Increible, la pesadilla había terminado.

1 mindstream:

Flaviani. ronroneó

Echarte de menos? No seas tonta, chiqui, será muuuuuusho musho más que eso, y si, tienes razón, tengo la manía de despedirme con ñoñerías pero, esto es una despedida?
Sabes bien que no, total, seguirás teniendo sms de una galleguina petándote el móvil cada noche, you know, love :)